Charlotte Brontë, hija de un pastor anglicano y nacida en 1816, se dedicó a escribir novelas, como algunas de sus hermanas. Tras escribir Jane Eyre, decidió enviarla a un editor para que fuera publicada, mientras sus hermanas avanzaban en obras que también son hoy hitos de la literatura, como Cumbres Borrascosas, escrita por Emily. Aquel primer editor le respondió a Charlotte Brontë con una carta de rechazo. Pero eso no bajó de su empeño a la dama.
Envió otra vez el manuscrito buscando editor, pero con el mismo
resultado. Hubo un tercer rechazo, y un cuarto, un quinto… y así hasta
el decimoquinto, que también fue rechazo. Nada más y nada menos que
quince editores rechazaron publicar Jane Eyre.
Sin duda uno diría que le sentido común aboga por meter aquel
manuscrito en un cajón y comenzar de nuevo, pero Charlotte no pensaba de
ese modo y siguió intentándolo.
Y entonces llegó una carta con el siguiente texto: “He pasado la noche entera leyendo su novela. Es fantástica. La publico”.
Y así comenzó la carrera de una de las escritoras más reconocidas y famosas de la historia de la literatura. Una mujer que no tiró la toalla a pesar de quince cartas de rechazo.
¿Que podemos sacar de esta historia? ¡NO OS RINDAIS NUNCA!
Y entonces llegó una carta con el siguiente texto: “He pasado la noche entera leyendo su novela. Es fantástica. La publico”.
Y así comenzó la carrera de una de las escritoras más reconocidas y famosas de la historia de la literatura. Una mujer que no tiró la toalla a pesar de quince cartas de rechazo.
¿Que podemos sacar de esta historia? ¡NO OS RINDAIS NUNCA!
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